La relación entre las denominadas “stablecoins”, o monedas que siguen el patrón de una moneda Fiat, en este caso el dólar americano, y el resto de las criptomonedas, es básicamente en su forma. En otras palabras, ambos conceptos se basan en la cadena de bloques (Blockchain), aunque persiguen objetivos diferentes. Las monedas estables tienen como fin el intercambio comercial, tanto a nivel interno como externo, de un país, pero están sujetas a las políticas monetarias de sus representados, a nivel fiduciario (EE.UU., para el caso que nos ocupa). Son, y serán siempre, monedas “centralizadas”, de forma tal que los eventos de depreciación o revaluación, inflación o deflación, que tienen sus monedas Fiat, tendrán el mismo efecto en las digitales. En el caso del Bitcoin, por citar la criptomoneda más representativa, debido a su condición de medio de pago “descentralizado”, de persona a persona, se mantendrá siempre alejada de la política monetaria, y sus efectos, a favor o en contra, de un determinado país. En caso de que surja una moneda digital estadounidense, esta se convertirá automáticamente en “par” de Bitcoin, como otras monedas Fiat que lo hacen determinar su valor en el mercado. De esta forma, estas nuevas formas de pago, que entre otras cosas validan y refrendan la tecnología detrás de las criptomonedas, como un todo, lo cual por supuesto es de celebrar, eventualmente sustituirán las criptomonedas “estables”, del tipo Tether (USDT) o US Dollar Coin (USDC), pero no así a Bitcoin o las altcoins que no tienen la centralización gubernamental de un país.
Comentario del gestor
10 Mar